lunes, 13 de julio de 2020

Srbrenica, un ejemplo para El Salvador

El 11 de julio de 1995 el ejército de la República de Srpka (serbios en Bosnia) bajo el mando de Ratko Mladic junto con fuerzas paramilitares serbias asediaron la población de refugiados de Srebrenica, una zona controlada por 400 cascos azules era considerada como "segura" para la población civil que huía de los ataques y los constantes enfrentamientos en las localidades cercanas. Esta masacre ocurre como parte de la limpieza étnica de bosnios musulmanas, esta masacre tiene características particulares por el fracaso de la ONU por proteger a la población civil y en la selección de las víctimas consistía en la separación de los hombres, adolescentes varones en edad militar de sus familias para ser ejecutados sistemáticamente, las mujeres y los niños fueron llevados hasta Sarajevo en buses, otras columnas de refugiados fueron emboscadas por las fuerzas serbias.

Se pueden hacer muchos análisis de este atroz suceso, pero si lo focalizamos en el contexto salvadoreño encontraríamos similitudes y diferencias con respecto a memoria histórica y justicia por crímenes de lesa humanidad. Una de esas diferencias ha sido que en 2010  fueron condenados 5 autores intelectuales de la matanza siendo algunos condenados con cadena perpetua por el Tribunal Internacional para la ex-Yugoslavia, así como el tratamiento de la sociedad bosnia con las víctima y la delicadeza que demanda la relación con la memoria de las víctimas, y se constata en la seriedad la importancia en el rescate de la memoria y que puede ser un elemento de cohesión social. 

En el contexto salvadoreño el juicio de Inocente Montano acusado por su participación en el asesinato de los padres jesuitas y las colaboradoras ha hecho que regresemos la mirada al pasado, a nosotros mismos en la constante búsqueda de la Verdad. El gobierno ha optado por la inmadurez y buscar rédito político lanzando acusaciones a los involucrados  en lugar de facilitar condiciones que promuevan el acceso a la verdad, y esto puede traducirse en la apertura de los archivos de la Fuerza Armada, contrario a esto ha obstaculizado el acceso y se empeña en mantener en el olvido todo rastro al pasado relacionado al FMLN y a ARENA.

Existe un pacto de silencio y complicidad que trasciende la institucionalidad, el compromiso con la constitución  y  la cohesión social de parte de los miembros de la Tandona, sin duda, un mal ejemplo para las nuevas generaciones de militares que se encuentran en la disyuntiva de la camadería militar y ser instrumento político del gobierno en la dinámica de la campaña en miras a las elecciones del próximo año. Ese pacto de silencio incluye también a figuras actuales que perpetúan la impunidad con la gastada frase de "no abrir heridas del pasado". Las heridas cierran cuando existe un acceso a la justicia y a la verdad, como dijo Terry Karl esta mañana, "el juicio debería de suceder en El Salvador",  y sí, nos queda tanto para madurar como sociedad y puede comenzar por conocer nuestro pasado.