martes, 16 de agosto de 2016

Retos

Sí, la vida es de tomar riesgos, o a veces no queda de otra. El verso de Eliot en Burnt que lo dice más claro "Other echoes/ inhabit the garden/ Shall we follow?", esa sensación de niebla o de oscuridad pero uno sigue el viento o corrientes que llevan a lo desconocido, algo incierto posiblemente peligroso pero de eso se trata.

Uno se enfrenta a todo, y la oscuridad es eso, enfrentarse con lo que sea y hasta con uno mismo, quizás ése sea el mayor obstáculo. Eso es la vida.

sábado, 6 de agosto de 2016

Trenes

La primera vez que me subí a un tren fue allá por el 94 cuando todavía existía el recorrido Armenia -Sonsonate, era un vieja locomotora que hacía mucho ruido y algo de humo como buen tren viejo. Los asientos de madera viejos solo hacen pensar mejores épocas de la Railway Company y en las películas de alguna ex colonia inglesa. Claro, un niño no piensa eso, es solo la aventura de subirse en eso que le llaman tren.  No sé en qué año dejó de funcionar el tren, pero no me subí a uno hasta que hice el recorrido de Emeryville (cerca de San Francisco) a Bend, Oregon en la navidad del 2006, ya no fue la misma experiencia ni el tren era tan antiguo pero no dejaba de sentir la emoción de andar en tren.

Hoy en una salida familiar visitamos el nuevo museo del Ferrocarril en la estación Fenadesal, Soyapango. El lugar a pesar del paso del tiempo, el deterioro y la pérdida de piezas lo han restaurado bien, y sin duda ha sido buena idea que haya sido convertido en museo, a pesar sin más ayuda que las entradas según comentó un trabajador no muy contento con el actual gobierno y los anteriores. El lugar fue la principal estación de trenes de San Salvador además del centro de operaciones (reparación, descarga, etc.) desde la introducción del Ferrocarril hasta inicios del nuevo milenio. Desde luego los sabotajes y los ataques a las las instalaciones y vías de los ferrocarriles durante la guerra en los ochentas como parte de la estrategia del FMLN, afectaron tanto que Fenadesal nunca pudo recuperarse.

El lugar ofrece un corto recorrido dentro del museo del último tren que estuvo en funciones, unos minutos para recordar y sentir el tren, ese monstruo metálico moverse y pitar como lo hacía antes. Pero son suficientes para sentir eso, nostalgia para muchos, la señora (cercana a los sesenta años probablemente) que se sentó enfrente no podía evitar las lágrimas y la emoción mientras se movía el tren. Los asientos de espera, las máquinas, los sonidos y los hangares viejos dan una atmósfera triste, casi poética que se siente casi que se está en esas épocas en El Salvador que no era éste.

Gran animalote de máquina.
La antigua estación.