Acorde al test de Eysenck mi nivel de extroversión es un poco más bajo del promedio, lo que indica que mi personalidad tiene más tendencia a la introversión desde la teoría de los 5 Grandes (extraversión, conciencia, apertura, afabilidad y neuroticismo). En el colegio era más callado, pensaba mucho, me refugiaba en el dibujo y luego lo hice en la lectura, el dibujo me acercó a otras personas, me hizo conocer gente mayor y menor, quienes ya no solo veían al delgado chico que pasaba los recreos jugando al voleibol sino también a alguien que le gustaba dibujar y ayudarles a otros. Caso contrario con la lectura, entrar de lleno con autores como Sartre, Camus y Nietszche en una edad donde la identidad se está definiendo y el cerebro se está moldeando no es tan sencillo, marca, e incluso puede llegar a traer problemas en un ambiente empecinado a castrar la naturaleza y los impulsos de los adolescentes (con poco éxito).
He tenido buenas ponencias, recitales, presentaciones, combates de Sambo, lecturas en lugares tan distintos como el Penal de Usulután hasta la presentación de un libro en la FIL de Guadalajara, claro, la exposición a ambientes públicos ha sido un motivo de cierto nervio en algún momento en unos más que otros, y posiblemente sea la razón por la que me ha costado un poco adaptarme a los webinars, son impersonales y aún siento que le estoy hablando a la computadora.
La cuarentena ha sido un ejercicio muy interesante de desarrollo de personalidad, no solamente por la ausencia de contacto humano sino también por la oportunidad de llegar al otro extremo de rasgo de personalidad más predominante lo más que se pueda en estas circunstancias, si extraversión sería un rasgo predominante es una discusión aparte que debería de tenerla con alguien que me conozca bien o algún psicoterapeuta y no lo desarrollaré (como otros aspectos que no son para exponerlos en un blog). Otro ejercicio ha sido el aislamiento, pasé varias semanas sin salir y a veces todavía, y por varios días sin ver la luz del sol, entonces, me imaginaba cómo sería una prisión domiciliar, ¿Qué haría?, ¿Cómo me adaptaría? Claro, es fácil recrearlo desde las comodidades de la casa y sin el hacinamiento de nuestras cárceles, pero también vidas solitarias y tantas historias en la literatura, Emily Dickinson, Proust, y tantos otros.
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