El libro está compuesto por los testimonios de sobrevivientes, madres y esposas de combatientes en los frentes de guerra del Ejército Soviético durante el conflicto Afgano-Soviético desde la intervención en 1979 hasta la retirada de tropas en 1989. Cada relato ofrece una perspectiva distinta pero algunos con puntos en común como la ingenuidad antes de ingresar al Ejército, la idealización de la guerra como "acto heroico" por la defensa de los ideales soviéticos y a su vez ser parte del deber "internacionalista" en defensa de un aliado estratégico para la Unión Soviética.
La crisis surge en el momento del desencanto, común en la mayoría de relatos, al desmoronarse los ideales dan paso a la supervivencia misma ante la guerra y los vejámenes de sus mismos compañeros, al verse solos y peleando una guerra que les es ajena, pero mucho más frustrarte es el rechazo de la propia sociedad soviética e incluso seres queridos al darse cuenta con la llegada de la Gorbachov y la Glásnot de los abusos y violaciones que su propio ejército realizó en territorio afgano. Los veteranos de guerra era incluso tachados de "fascistas", y eran rechazados hasta por sus propias parejas.
¡A la mierda esta vida! ¡Esa guerra! Mi mujer me dijo: ¡Eres un fascista! y se llevó a nuestra hija. (...) No entiendo nada sobre el amor , a mí la mujer es más incomprensible que la guerra. No hay nada más terrible que el amor...
Soldado, tanquista
Pienso en la soledad más profunda, el abandono de todo, de sus familias, sus amigos, sus relaciones, regresar de la guerra con múltiples traumas emocionales y físicos, luego ver desmoronarse la razón de su defensa, de su Patria, algo imaginario como lo menciona uno de los sobrevivientes que sentían "algo grande estaba detrás de ellos protegiéndolos aunque al final recibieran bajas en los combates" en clara referencia al peso histórico y el "soporte emocional" de ser parte del Ejército de la URSS, es decir el soporte emocional que se siente parte de un Estado paternalista.
El libro tiene un gran problema que es el mismo que tienen los libros de relatos fuertes y con una gran carga emocional, y surge cuando apenas hay respiro, es decir modulación, es por esto que muchas de las magníficas frases e historias se pierden, hay un punto donde el lector después de leer cada intenta sentir empatía por un historia desgarradora, y podría llegar a insensibilizar al lector, o al menos eso me sucedió a mí.
No logro quitarme de encima la sensación de que la guerra es fruto de la naturaleza masculina, de la que en muchos aspectos me siento muy alejada. Aunque es cierto que la cotidianidad de la guerra es grandiosa. Apollinaire veía belleza en ella.
De las libretas de notas (en la guerra), Alexievich.
Analizar las causas de la decisión de Breznev, su estado mental y contexto geopolítico sería extenso, pero en este caso Alexiévich generaliza la guerra como un rasgo perteneciente a lo masculino. Si bien es cierto hay diferencias en las manifestaciones de agresión entre los hombres y mujeres (hombres tienen a ser más agresivos físicamente, mientras la agresión femenina generalmente verbal o psicológica), pero la guerra parece algo más bien parte de la naturaleza humana, aseverar eso sería invisibilizar la participación de las mujeres en conflictos armados a lo largo de la historia.