miércoles, 2 de febrero de 2022

La comunidad del pasaje

Crecí en un pasaje bastante empinado, en una colonia que alguna vez fue parte del sur de la ciudad, pero ahora casi es parte del centro, ya que está a 10 minutos (sin tráfico). Era un pasaje construido casi a finales de los años setentas, y con tantas historias tanto tristes, trágicas como de superación. Ahí creció una pandilla de chiquillos, la generación de mis hermanos quienes rondaban por la misma edad; a mí no me tocó tantos amigos de la misma edad como ellos, pero llegué a jugar fútbol con . Era gente que se hacía casi parte de una familia, ya todos nos conocíamos y se nos hacía tan natural ver a todos, sabíamos con quién contar y con quiénes no. Una comunidad de vecinos, también mi familia fue parte de la comunidad del sector de la Iglesia San Antonio de Padua pero ese es otro tema.

En una comunidad de vecinos uno es parte lo quiera o no, aunque no se relacione con nadie, pero el pasaje se llegó a conformar una comunidad de gente que se conocía y que en su mayoría tenía confianza entre ellas, en algunas amistades que han perdurado a lo largo de los años o la nostalgia de haber sido felices con tantas carencias, y en situaciones tan difíciles como la guerra, la posguerra y los terremotos.

Al regresar del colegio Don Chamba siempre estaba bajo la sombra de unos laureles de la India leyendo el periódico, y lo saludaba con un "¡Buenas!",  él siempre se contentaba porque lo saludaba, aunque no tenía mayor conversación que esa o la de fútbol, (un tema que unificaba más de lo que dividía, al menos en el pasaje). En algún momento no tenía dónde ver la Copa América y él me dió chance de verla ahí en su sala, un tanto con pena pero siempre fue bien amable y me trataba con respeto, incluso en algún día me llegó a regalar 15 colones aunque sea para una gaseosa o una hamburguesa del chalet de la entrada.

Guardo con mucho cariño los recuerdos de los vecinos, incluso quienes no eran buenos estoy seguro que también ellos recuerdan el ambiente de comunidad que tuvimos, los personajes, la gente trabajadora subiendo la cuesta del pasaje para ir a la parada de bus, los jóvenes ayudándole a alguna señora con los comprados, y la presencia de gente que era parte de esa comunidad que era solidaria entre sí, gente como Don Chamba que fue una persona que trató bien los jóvenes. Ayer me enteré que falleció de covid a los 93 años, desde que recordaba ya había estado pensionado. Que descanse en paz.