Ya van dos meses del proyecto del taller en la UFG, casi tres; y creo que ha sido uno de los retos más grandes que he tenido. Al inicio todo era una incógnita y tenía muchas más dudas, no conocía a nadie que escribiera, hice algunas invitaciones y se me acercó gente que les había llamado la atención pero al final no lo suficiente como para recordar en llegar todos los viernes al local donde se imparte el taller. Y así comenzó, un viernes 13 de febrero con trece o catorce participantes, ninguno de las clases que invité; pero ahí están, es lo que importa. Para la primera sesión tenía demasiadas ideas; bueno, error de primerizo de querer explicarlo todo de una sola vez, pero poco a poco fui entendiendo las pausas, la distribución de las actividades en menos de dos horas, aunque en la mayoría de sesiones nos ha hecho falta tiempo.
Hay muchas cosas que quiero hacer, pero he entendido que todo tiene su tiempo. Una de las actividades que disfruté fue escuchar con ellos el disco de poesía leída por sus autores que sacó la DPI para la Revista Cultura N°94 en el 2006, 47 Poetas nacidos entre 1899 y 1987 (aunque realmente es 1988, la última es Nataly Castillo quien nació a inicios del 88) del proyecto de la Casa del Escritor, Sólo la voz. Hace un par de viernes, Mario Zetino llegó a dar un pequeño taller sobre Métrica, aunque tuvo que irse temprano porque iban a cerrar la frontera con la hermana República de Santa Ana.
El viernes pasado, quise leer algo de Rafa, a manera de pequeño homenaje pues ya son cuatro años sin su presencia física, y qué mejor homenaje que leer sus textos. Además de leer su traducción de El Sepelio de los muertos de T. S. Eliot, leí un poema sin título, que es uno de mis favoritos de Rafael; también leí un fragmento de Instrucciones para vivir sin piel, la parte en verso. Y a los muchachos les encantaron tanto T.S Eliot como los textos de Rafael, estoy seguro que buscarán sus libros y textos.
Ahí vamos, haciendo poco ruido pero ahí vamos. Después de unos meses hay nuevos retos por las necesidades propias de los talleristas, hay algunos que tienen más orientación a la narrativa, otros en cambio, prefieren contar las cosas a través de la poesía. Pero el grupo se ha mantenido constante (a excepción de algunas ausencias, cosa que es normal), atento, con ganas de aprender, y eso me alegra, además me ha mantenido más ocupado que de costumbre, sin sumarle algunas noches de insomnio.