domingo, 29 de noviembre de 2015

Un mundo solitario

Hay películas perturbadoras como el Anticristo de Lars von Tier que te deja con una tensión en el cuello por dolor hasta el tuétano y la violencia explícita, pero hay otras que te dejan en suspenso y sin que se te quite hasta el final como en The Intership que salió hace un par de años pero hasta hace unas horas la vi. Y creo que sabía porqué no verla, es angustiante solamente el intento de suicidio de Ben un chico de quince años que si hubiera crecido en 2006-2007 sin duda hubiera sido Emo. 

La película refleja una sociedad solitaria que se aboca a la impersonalidad de los medios electrónicos de comunicación y el internet. Pasando por el los porno chats hasta los perfiles falsos de Facebook la película refleja la necesidad de ser querido y aceptado y esto nos lleva a lo instantáneo del posmordernismo, que al final de todo es un espejismo lleno de apariencias y muy carente de emociones. Las tecnologías se han desarrollado demasiado rápido que no podemos asimilarlas bien, tanto que es difícil para las generaciones que no han crecido con ellas adaptarse y entenderlas. 

El sin duda el uso que le hemos dado a este tipo de tecnología nos ha apartado de sí mismos, tanto que nos cuesta desconectarnos, escucharnos a nosotros mismos y escuchar a los demás por medios que no sean tecnológicos. La película desvela las necesidades de atención y afecto de todos y sus carencias de esto, pero, a pesar de la angustia creo que hace valorar el "toque humano", el tomarse un café con los amigos sin mirar el celular, un par de cervezas en un bar para hablar de cualquier cosa, o nada más verse. Sin duda esto de la interacción humana es algo que da para largo, y no solo son algo de las redes sociales y las nuevas tecnologías pero de eso quizás hable en otra ocasión, porque es otro tema.