Encadenados al miedo

Hoy en el bus una señora de avanzada edad tenía ganas de hablar, y habló conmigo, sobre un asalto que se dió casi a la misma hora y en la misma ruta, el miércoles pasado. Comenzó porque me acomodé el celular, un modelo antiguo que apenas ha de tener valor comercial, e inició la conversación con un parco y temeroso, "Hoy hay que tener cuidado con los celulares". Con detalles muy de alguien de avanzada edad me describió las terribles escenas que ella vivió hace casi una semana, con siete asaltantes entre mujeres y hombres jóvenes golpearon a quien ofreciera resistencia, una muchacha lo hizo, acabó golpeada según me contó.

No es primera vez que hablo con alguien desconocido sobre la violencia en un bus, o alguien que trate de evangelizarme, ella no lo hizo pero sí hablo de ello. Al comentarle que ojalá tarde o temprano, o en algún momento en el futuro la situación cambie, me comentó de que las cosas van para peor, escrito está en las escrituras que se vienen tiempos más difíciles. No ví nada de esperanza en sus comentarios, me dijo que los jóvenes no quieren acercarse a Dios, y que ahí está la solución de todo. Asímismo dijo que la misericordia de Dios fue grande ya que a ella no le pasó nada en ese asalto, pero sí a la mayoría que abordaba ese bus y peor a la muchacha que puso resistencia a que le quitaran la cartera. No sé, Dios ha de actuar de maneras raras. En cada línea de la conversación se notaba lo arraigado que esa señora tiene por la religiosidad cristiana, protestante.
Ella tenía miedo, yo sólo me imaginaba la escena mientra venía pensando en otras cosas, hasta en el fin del mundo que ella piensa que se acerca, yo digo un cuento bastante antiguo puede ser mañana o pasado, eso lo vienen diciendo desde hace bastante...
un meteorito, un terremoto o un pandillero nos borra del mapa, y ya. El miedo se ha hecho salvadoreño, insisto en que debe de cambiar.