En el taller he insistido en mantener ciertos principios, uno de ellos es en la separación emocional con los textos. Eso no quiere decir que debamos de cohibirnos de la experiencia catártica de la escritura, al contrario, la escritura requiere de un acto inconsciente o lo que llamaría Vladimir Nabokov lo define como vostorg y vdokhnovenie, en otras palabras "rapto" y "recuperación". Siendo el rapto el momento creativo o arrebato mental y la recuperación (vdokhnovenie) como la labor de corrección de la experiencia subjetiva de la obra.
En el poema Altazor cada canto es una lección diferente de poesía pero es en Arte Poética donde Vicente Huidobro menciona que el poeta es un "pequeño dios", a esto, le agregaría que también es un "pequeño diablo" (a veces no tan pequeño). Esto obedece a la dualidad hemisférica de las funciones alternas de la mente izquierda y la mente derecha, al ser la primera quien tiene las funciones de la lógica y el raciocinio, por consiguiente el hemisferio derecho tiene funciones asociadas a la subjetividad, las emociones y la intuición. En ese sentido ser "Dios" corresponde al acto creativo y lo espontáneo de la descarga emocional por medio de la escritura, y la corrección sería "el diablo" como la destrucción de la creación del primero, por consiguiente, el desafío es determinar cuál es el término medio en el proceso creativo. Al menos, en estos contextos como en otros, excesos de ambos podrían tener efectos catastróficos en la elaboración de los textos.
Las observaciones en el taller literario que dirijo son siempre opcionales, aún así recibir una crítica en algo tan íntimo como es texto literario puede ser muy difícil de asimilar para muchos. Las observaciones ya sea de un guía o de alguien del mismo grupo tiene el mismo objetivo de una sesión de terapia grupal si es adecuadamente conducido: La terapia y ciertas técnicas psicológicas relacionadas con el control de los pensamientos y la focalización de la atención, tienen por objetivo hacerse consciente de los propios pensamientos, no juzgarlos como sucede en Mindfulness, es decir, el fluir de los pensamientos sin filtro. Por consiguiente un grupo tiene por objetivo hacer consciente lo inconsciente y ayudar en la estructuración del texto por lo tanto del pensamiento. Es decir, ser un espejo de los propios esquemas y expresiones de la mente. Cabe mencionar que en ciertos casos existe "resistencia" dentro de la terapia como en el trabajo con los textos, ya que la confrontación con el texto no es más que el ego evitando verse así mismo y enfrentar la realidad.
Identificación con la mente
C.G. Jung menciona que las personas no tienen ideas, las ideas tienen personas; esto se ejemplificaría mejor desde un aspecto político-ideológico una de las etiquetas propias del ego, y es uno de los riesgos de crear textos literarios con un fin propagandístico o tratar de "convencer" a otros a que piensen como el creador. Es un riesgo que puede valer la pena correr, pero pocos logran una real autenticidad ante las tentación de imponer el mensaje a los aspectos técnicos y estéticos de un texto. Podemos citar muchos ejemplos de poemas de contenido político ideológico que logra ese equilibrio, poemas como Niño yuntero de Miguel Hernández y España aparta de mí este cáliz de César Vallejo son dos paradigmas de forma y contenido.
La identificación con el pensamiento y las emociones es lo que se interpone con el conocimiento propio y de lo que nos rodea, si hay una identificación con la mente surge un obstáculo de conceptos, etiquetas, juicios y definiciones. Existe una Será difícil establecer si el proceso consciente de la escritura propicie llegar a la individuación, es otra discusión. (Nietzsche propone abandonar los libros y el exceso de intelectualismo al ser el refugio o excusa para no experimentar la realidad).
Nabokov plantea "la verdad de la ficción" como la única verdad que importa a la hora de escribir o leer, y propone llegar a esa "verdad" por medio del análisis exhaustivo y microscópico de los reflejos condicionados del pensamiento, es decir ideas perniciosas que nos alejan de la emoción literaria. Una manera de llegar a un estado Zen, eliminando ruidos mentales, sesgos cognitivos que manipulen personajes e historias.
En La Casa del Escritor aprendí algo que también pongo en práctica en el taller de la UFG, leer el texto como si fuera el de otra persona, e insisto en desenamorarse de los textos ya que puede crear resistencia y no observar de formar objetiva luego de la subjetividad del "rapto" y acercarse lo más posible a la "verdad de la ficción", es decir, que el texto sea creíble dentro de los parámetros que indica la misma ficción del texto.