Es difícil imaginarse cómo se vería uno a tal edad. Uno se mira todos los días al espejo (al menos la mayoría) entonces, fuera de algunas canas y arrugas parece que todo ha estado como ha sido casi siempre. También con el tiempo, es fácil olvidar la tersura y el brillo que uno alcanzó (o tuvo) hace décadas atrás. El paso del tiempo a veces es inclemente, lento pero lo suficientemente rápido para recordarnos lo frágiles que somos y que no estaremos por los siglos, y algunas cosas quedarán: los hijos y alguna obra publicada.
Veo de reojo el pasado, por ejemplo, hace unos días leí un poema de una serie que perdí en algún formateo de una computadora vieja, y que publiqué por suerte en este blog. El poema sigue funcionando a excepción de algunos pequeños detalles.
La familia y los amigos están allá, es lo que me interesa. Pero lo que toca es ver hacia el futuro con el optimismo necesario y aceptar lo que se avecina en un país que no deja de enseñarme. Y Escocia en particular, me ha enseñado mucho.
En fin, la tormenta de hace unos días terminó por acelerar lo que queda del otoño, por ratos hace buen clima en otoño, aunque muchos por acá se quejan de lo mucho que llueve o porque está nublado. Se viene el invierno, y será hora de comer chocolate.
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